ya acabó su novela

MAYO 68 EN PARÍS: celebración de la vida

Publicado en Demonio Feliz Nro 4

Publicado: 2019-06-15

El próximo año se cumple medio siglo que las juventudes convirtieron las calles y plazas de París en la capital del vocerío planetario que gritaba en todas las lenguas su hartazgo de sacrificar la vida en el altar de la muerte. Los mitos de la civilización occidental y sus religiones monoteístas implican guerras sin fin. En la modernidad, guerras para hacer naciones étnica y culturalmente homogéneas. Guerras para cristianizar pueblos, extirpando religiones y civilizaciones. Guerras para controlar a los otros seres que llaman recursos naturales. Y Europa venía de una de las mayores matanzas. Por eso, al comenzar mayo, unos pocos miles de estudiantes apaleados devinieron en multitudes que respondieron a esa violencia con la consigna “Hacer el amor, no la guerra”. 

Europa, ya reconstruida bajo el orden capitalista en la parte occidental, postergaba la promesa forjada en los horrores de la guerra, vivir la alegría pacífica y gozosamente. Gobiernos y magnates empresariales seguían enviando a sus juventudes a viejas y nuevas guerras coloniales, ahora bajo el mando de la nueva potencia hegemónica, USA. En la parte oriental, los planes quinquenales del socialismo estatista, eficaces para la derrota militar del fascismo, no lo eran para realizar los sueños de sus pueblos y juventudes. La esperanza venía de pequeño Vietnam en el Asia, de Cuba victoriosa en América y la oleada emergente de los pueblos africanos.

Con su hambre de vida y libertad, y el ejemplo de estos pueblos, las juventudes parisinas se enfrentaron al aparato represivo y a su gobierno con la consigna “Hacer el amor, no la guerra”. Escrita en los muros medioevales de La Sorbona y coreada por las multitudes insubordinadas criticaba los fundamentos de la civilización occidental. Como lo hacía la consigna “La imaginación al poder” que en la capital, desde donde irradió al mundo, desafió a la diosa de la modernidad occidental, la Razón instrumental y su potencia para crear ciencia y tecnología. Incapaces para percibir las posibilidades de cambio que fermentan en la realidad los defensores del poder establecido, creen que la vida, la historia, termina donde terminan sus intereses. Había que oponerles la imaginación de las multitudes, de sus artistas y líderes espirituales jóvenes. Por eso se alentaban gritando “Seamos realistas, exijamos lo imposible”. Convencidos de que la realidad está preñada de otro mundo posible. De otra forma de vivir la vida. Otra civilización.

Peruanas y peruanos que organizados junto a muchos europeos en el naciente partido Vanguardia Revolucionaria cumplimos las tareas asignadas por los líderes juveniles. Al hacerlo, sentimos resonar el alegato a favor de la imaginación que Mariátegui hizo en su Alma Matinal en los años 20. Y fortalecimos esa convicción con el alegato y confesión socialista de José María Arguedas al recibir el premio nacional de Cultura Inca Garcilaso de la Vega. Adhesión al socialismo pero denuncia como escandaloso el copiar y calcar concepciones y programas en una patria con la infinita riqueza cultural como la nuestra. Al igual que los jóvenes de París, Arguedas nos convocaba a ejercitar la imaginación creadora para continuar la tarea de construir el socialismo que Mariátegui llamó Indoamericano. Tarea pendiente en homenaje a los jóvenes del Mayo del 68 parisino, a nuestros pueblos y sus juventudes, y a los fundadores del socialismo en los Andes.


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