COSMOVISIÓN ANDINA AMAZÓNICA I
Edmundo Murrugarra Florián
Hoy 30 de agosto que escribo esta nota, innumerables pueblos en costa sierra y selva celebran a Santa Rosa de Lima. Carhuamayo en Junín destaca en mi memoria. El próximo 8 de setiembre será la Virgen de Cocharcas, en Sapallanga, en Orcotuna o en Andahuaylas. Y volverán el próximo año La Candelaria en su bastión altiplánico y la Mamacha del Carmen en Paucartambo. Son unos cuantos hitos del extenso culto mariano en los Andes. Como hay el ciclo de los cristos y el de las cruces y el de San Juan en la Amazonía. El ritual cristiano católico impuso que a las iglesias los pueblos ingresen solo con su disposición a la pena y a la alegría espirituales por la muerte y resurrección de Cristo. Separándolas del resto de su ser. Se reprime las pulsiones del gozo sensorial y sensual de los cuerpos para sublimar esa energía en la sola vivencia espiritual e intelectual. Como nuestros pueblos originarios viven lo sagrado con otro arreglo de represión y sublimación, estallan en la plenitud de la vibración humana y del espacio al salir en procesión la imagen venerada. La energía reprimida saltará al ritmo de la banda de músicos y del alboroto que animan la pólvora de los fuegos artificiales, los licores, la comida y la coca.
Dos formas del ritual de lo sagrado. El originario de los Andes en el centro mismo del espacio sagrado pone en acción todas las dimensiones de lo humano. Es por eso flexible, rítmico y transparente. El cristiano católico que incorpora solo unas dimensiones y reprime otras que, supone, perturban las primeras. Por eso es rígido, hierático, sustento de la doble moral porque las pulsiones sensoriales y sensuales buscarán su realización. La alegría y el gozo que brota de la acción rítmica de todas las dimensiones humanas subvierte la rigidez del segundo. Y la doble moral siempre queda al descubierto. Este choque de cosmovisiones y rituales tiene hondo significado político. Desde el Taqui Onkoy del siglo XVI hasta las multitudinarias fiestas sanadoras del altiplano peruano y boliviano actuales.
Nuestro paisaje de grandes celebraciones rituales exhibe la tensa transacción entre la prohibición de gozar la plenitud de la vida dentro de los espacios sagrados cristianos, por un lado. Y por otro, la impotencia del poder religioso y político criollo colonial para impedir que lo hagan en compañía del santo o santa de su devoción en el espacio abierto de plazas, calles y campos. Salvo excepciones, no hay virgen ni cristo, ni cruz, ni santo de pueblo que no salga en procesión al son de ritmos musicales que bailan diablitos, chinas saqras, chunchos, caporales, negritos, danzantes de tijeras y mil danzas más. En los países de origen y en el hemisferio norte a adonde migran.
Potencia subversiva de la risa, la ironía y la ridiculización del poderoso
Con los carnavales, el poder religioso y político occidental, logró reducir a unos pocos días el abierto estallido del goce y la celebración de la vida a cambio de reprimirlos durante el año. Pero a diferencia de otras fiestas, en los carnavales los pueblos subordinados rien y gozan a carcajadas al mofarse y ridiculizar a sus opresores. La transacción se originó en Europa. En los Andes, el pukllay.y el atipanakuy antiguos lo acogieron impregnándole sabores antiguos. El testamento de Ño Carnavalón, personificación del poderoso opresor es la subversión simbólica del orden social y político. La doble moral de poderosos es expuesta en el reparto de su herencia. De esa verguenza del poderoso se nutre el jolgorio de los pueblos. Es la ocasión en que florece la competencia en ridiculizar al poderoso y al prójimo. En los Andes se llama Atipanakuy y en Cajamarca es ingrediente principal de las coplas que se cantan en carnavales. En la lucha por la justicia social y contra el despojo de los pueblos esta mordaz creatividad cultural de la risa y la ridiculización ha jugado un papel central. Construye los sentidos comunes alternativos que cohesionan a los pueblos.
Al miedo y postergación del gozo que imponen el poder los pueblos le oponen la rebelde y gozosa alegría de la fiesta y la risa que celebra la ridiculización del poderoso. Al erosionar el miedo y cuestionar la postergación del gozo la fiesta y sus contenidos construyen los nuevos sentidos comunes, el cemento que une a los pueblos en nuevos bloques sociales y culturales. Sin este trabajo del imaginario y la subjetividad de los pueblos, el recurso de la cólera, de la ira santa y la violencia revolucionaria tendrán efectos pasajeros. El siglo XX ha mostrado que cólera y nuevo imaginario o mito movilizador tienen que ser compañeros. Para que la libertad ,la democracia y la justicia social sean duraderas..
Materiales para una civilización del florecimiento cósmico
¿Hay otra forma de vivir la vida que sea alternativa a la que los estados e iglesias llamados “occidente” hicieron hegemónicos? Sí. La hay. Emerge de dos fuentes. Por un lado, la voz y acción de resistencia de los pueblos originarios, que, a pesar de su situación subordinada y la extirpación de sus culturas, preservan raíces o matrices culturales que pueden ser el tronco vivificador. Por otro, en los mismos pueblos occidentales, colectivos de mujeres, de jóvenes, trabajadores y líderes culturales en varios campos critican teórica y prácticamente los males del vivir hegemónico actual. Como las piquetas de los gallos que cavan buscando la aurora, al decir del poeta, ambas energías anuncian que otra forma de vivir la vida es posible. El Allín o Sumaq Kausay emerge desde esas profundidades
Un signo ha sido que el nuevo Papa de la Iglesia Católica escoja el nombre de Francisco, del único santo que practicó el parentesco cósmico en el trato de hermanos a los seres que la vanidad antropocéntrica occidental llama cosas o recursos. Sin dignidad ni derechos. El mito de la justicia social que movilizó a los pueblos en los dos siglos pasados se redefine al ponerse al servicio de la salvación de la vida en el planeta y la gozosa fraternidad entre.todos los seres. Superando la acumulación capitalista y el consumismo infinitos, instalados como lo sagrado. En los Andes la crítica descolonizadora que iniciaron Guaman Poma y Túpac Amaru, y continuaron el siglo pasado Encina, Mariátegui, Castro Pozo, Churata y Arguedas camina a poner la cólera de los pueblos al servicio de la alegre y gozosa rebeldía de la fiesta que hermana humanos y con todos los seres. Para este fin estos dos rasgos de la Cosmovisión Andina Amazónica.. ¿Llegaremos a tiempo?

Versión impresa publicada en setiembre de 2016